

ESTUDIO PARA CÉLULAS
Autor: Daniel Duarte
NOVIEMBRE
LUNES 24 noviembre 2025
Servir
Texto: “así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28 - LBLA).
Introducción: Recordemos la misión: cinco personas que no conocen al Señor. Durante estos cuarenta días estamos desarrollando nuevos hábitos. Esta cuarta semana nos dedicaremos a servir a las personas. Servir a las personas les demuestra que te preocupas por ellas. A la gente no le importa cuánto sabes hasta que saben cuánto le importas. En adelante diremos que el servicio es una expresión porque es una forma en que las personas se manifiestan y se conectan con su entorno, mostrando sus habilidades, creatividad y valores.
I. El servicio descubre necesidades (Juan 12:20-22 - RVR60).
El servicio, en el más puro sentido de la palabra, es una de las facetas que representa más dignamente a un cristiano. Volcar desinteresadamente nuestro amor, tiempo, dedicación y hasta nuestros recursos para depositarlos en otros, muestra a un verdadero seguidor de Jesús (cf. 2 Corintios 12:15 - RVR60).
A. Expresión que brinda placer (Hechos 20:35 NTV).
Esta es una enseñanza pronunciada por Jesús y citada por el apóstol Pablo a los ancianos de la iglesia en Éfeso. El versículo enfatiza la importancia de la generosidad y el servicio a los demás como una fuente de gran alegría.
B. Expresión que ayuda a encontrar (Marcos 1:38 - RVR60).
Jesús siempre iba a donde estaban los necesitados. Los cinco nombres en nuestra lista representan cinco historias actuales, con sus presentes, sus logros, sus miedos y sus desafíos. Como ya habrás notado, sus necesidades se hacen evidentes de manera casi inevitable.
C. Expresión que no espera nada a cambio (Lucas 6:35 - NVI).
Este versículo, junto con la declaración del salmista, enfatiza la importancia de la generosidad desinteresada (cf. Salmos 37:26 - RVR60). Contiene en sí el concepto central del amor ágape, un amor incondicional que busca el bien del otro sin esperar recompensa personal.
II. El servicio manifiesta amor (Santiago 2:15,16 - LBLA).
Compartimos el evangelio con el propósito de cumplir la Gran Comisión; esto lo hacemos porque amamos a Dios y, al amarlo a Él, como consecuencia natural, amamos a las personas. Es el amor llevado a actos concretos. No hace falta que alguien tenga dificultades económicas o de salud para ser servido. Todos enfrentamos luchas, todos sentimos preocupación y angustia por diferentes temas y razones.
A. Expresión cargada de propósito (Santiago 2:15 - NTV).
Santiago pregunta para qué sirve. No hay forma de concebir un amor verdadero sin que se traduzca en acción. El amor no es estático. El amor no solo piensa, desea, planea o siente; concretamente, el amor hace. Dios amó y entregó a Su Hijo; Jesús nos amó y se dio a Sí mismo (cf. Juan 3:16, 15:13 - RVR60).
B. Expresión que propone protagonismo (Lucas 10:25-37 - RVR60).
Solo basta con pronunciar la palabra “samaritano” para que cualquier persona lo relacione con un acto de bondad, porque un hombre de Samaria eligió dejar todos los prejuicios de lado y detenerse a atender una necesidad en lugar de pasar de largo. El amor es mucho más que sentir lástima o compadecerse; es ayudar de verdad (ver Mateo 25:34-45 – RVR60).
C. Expresión que presta atención a las señales (Marcos 8:2,3 - RVR60).
Jesús vio la necesidad de cuatro mil personas, tendremos que estar mucho más atentos y despiertos en esas charlas de pasillo en el trabajo o en esas sobremesas para descubrir en qué momento debemos detenernos y ofrecer nuestra ayuda sincera. No seamos cristianos que solo tienen un mensaje verbal para comunicar; vivamos y encarnemos ese glorioso mensaje dando, cuidando, sanando, alimentando, abrazando y acompañando (ver Deuteronomio 15:11; Lucas 3:10,11 - RVR60).
III. El servicio honra a Dios (Mateo 6:1-4 - LBLA).
La idea central es que amar a Dios y amar a nuestro prójimo son inseparables y se manifiestan a través del servicio desinteresado.
A. Expresión que premia (Hebreos 6:10 - RVR60).
El autor del texto destaca la recompensa que Dios reserva para aquellos que sirven con amor, y que este servicio no es en vano, sino que es reconocido y recompensado por Dios. Hoy es una ocasión oportuna para revisar nuestras verdaderas motivaciones.
B. Expresión que desafía la humildad (Mateo 6:3 - RVR60).
Seguro será una obra que nadie llegue a conocer, pero de eso se trata. Servir a las cinco personas de nuestra lista representa un hermoso desafío de humildad y de salud espiritual.
C. Expresión que no se divulga (Mateo 25:21 - NVI).
Después de todo, el único elogio con el que nos ilusionamos es aquel que esperamos escuchar en la meta final de nuestra carrera, cuando suenen las palabras: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu Señor!”
Conclusión: Mientras el resto trata de aprovecharse de los demás, nosotros podemos marcar una diferencia significativa poniéndonos a disposición sin esperar nada a cambio. Decidimos voluntariamente ser personas generosas que constantemente buscan servir a otros para plasmar en acciones el amor que sentimos por ellos.
Acción: (1) Mantendremos todos nuestros sentidos atentos para detectar necesidades que nos brinden oportunidades concretas de servicio hacia nuestros amigos de la lista por quienes estamos orando. (2) Ofreceremos ayuda tangible en aquellas situaciones donde podamos servir en la vida de nuestros cinco amigos. (3) Ejercitaremos nuestro espíritu realizando acciones de servicio que no sean vistas por nadie y que no puedan hacerse públicas.
Oración: (1) Oramos para tener ojos más abiertos, manos dispuestas y un espíritu más perceptivo para servir. (2) Oramos con arrepentimiento por las veces que hemos pasado de largo, y esperamos expectantes por oportunidades concretas para ayudar. (3) Nos arrepentimos y pedimos perdón por las ocasiones en que nuestra humanidad nos llevó a servir con orgullo.
DICIEMBRE
Autor: Daniel Duarte
LUNES 1 DE DICIEMBRE
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“Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho” (Juan 4:39 - NVI).
Introducción: Recordemos la misión: cinco personas que no conocen al Señor. Durante estos cuarenta días estamos desarrollando nuevos hábitos. Esta quinta semana nos dedicaremos a compartir. Tu historia es única, puede impactar a tus amigos, vecinos y tus compañeros de colegio o trabajo. Comparte lo que Jesús ha hecho en tu vida e invítalos a una relación con Jesús.
I. Tenemos un testimonio, no podemos callar (Hechos 4:20 - LBLA).
La expresión en este pasaje refleja la convicción de compartir el mensaje del Evangelio que habían experimentado directamente. Dios te quiere usar; comienza con oración, pero no termina ahí, termina con misión. Adoptaste a cinco personas y llegó el momento más anhelado: guiarlos a Jesús.
A. Compartimos porque es un buen momento (2 Timoteo 4:2 - NVI).
Lo que el apóstol Pablo nos dice en este versículo resume la idea de urgencia que venimos transmitiendo respecto a la Gran Comisión (cf. Mateo 28:18-20 - RVR60). Los escenarios son todos válidos: al realizar un trámite administrativo, viajar en un taxi, estudiar con un compañero, trabajar con un colega, atender en un negocio o en una repartición pública, al cumplir nuestra profesión u oficio, o simplemente disfrutar un rato de esparcimiento y deportes.
B. Compartimos lo que nos cautiva (Hechos 4:33 - RVR60).
Los apóstoles amaban a Jesús y no podían dejar de hablar de Él. Compartir a Cristo para ellos era tan natural como respirar; así debe ser para usted en este tiempo. Si conoces y amas a Jesús, es tiempo de compartirlo con otros.
C. Compartimos porque el Señor hace el resto (Hechos 13:7 - RVR60).
Este pasaje describe cómo Sergio Paulo, un hombre inteligente, deseaba escuchar la palabra de Dios y creyó maravillado. Si bien nosotros hacemos todo lo que está a nuestro alcance, debemos recordar dos cosas: (1) la decisión está en manos de la otra persona y (2) la convicción para que responda positivamente es algo que solo puede producir el Espíritu Santo (cf. Juan 16:8 - RVR60). ¡Alabado sea el Señor porque veremos la salvación!
II. Tenemos dos historias (Hechos 22:6-16 - RVR60).
Si bien es cierto que no debemos estar atados a un guión, sino más bien atentos a buscar que el Espíritu Santo nos guíe adaptándonos a la persona que nos escucha, la siguiente es una estrategia de tres posibles pasos para compartir nuestra fe de manera bíblica y sencilla. El apóstol Pablo tenía su testimonio preparado y ordenado (cf. Hechos 9:1-19, 22:6-16, 26:12-18 - RVR60).
A. Compartimos nuestra vida antes de Cristo (Hechos 22:3-5 - RVR60).
Pablo comenzó haciendo una presentación de sí mismo. A la gente le gusta escuchar historias reales más que conceptos que pueden sonar abstractos. Comparta cuál fue el motivo por el que llegó al Señor; para aquellos que nacieron en familias cristianas, ese tiempo antes de tener un genuino encuentro con el Salvador.
B. Compartimos cómo conocimos a Jesús (Hechos 22:6-21 - RVR60).
Pablo cuenta específicamente su encuentro con Jesús. Debemos pensar, preparar y ensayar la mejor manera de explicar, de la forma más natural posible y en el idioma diario de la persona que nos escucha, las maravillas que Dios ha hecho en nosotros y puede hacer en nuestros amigos.
C. Compartimos nuestra vida después de conocer a Jesús (Hechos 9:19 - RVR60).
Desde este texto hasta el final del libro de los Hechos vemos lo que fue la vida de Pablo. Los testimonios en primera persona están acompañados y respaldados por las vivencias.
III. Tenemos humildad para valorar (1 Pedro 3:15,16 - NVI).
Las palabras elegidas por el apóstol son dos y representan toda una estrategia clave a la hora de llegar a cada corazón: humildad y respeto. Debemos manejarnos de tal forma que la gente tenga deseos de estar con nosotros.
A. Compartimos, no competimos (Efesios 2:8 - RVR60).
Este pasaje de la Biblia nos declara que la salvación es un regalo de Dios. No hay nada que hayamos ganado nosotros como para creer que estamos por encima de los demás. Todo es por Jesús (cf. Hechos 4:11.12). Al acercarnos a las personas con el evangelio, no debiéramos adoptar una actitud de superioridad.
B. Compartimos con respeto (Hechos 17:22,23 - RVR60).
Cada vez que escuchemos algo acerca de una creencia equivocada, una espiritualidad mal canalizada o una práctica religiosa desviada, no nos apresuremos a condenar. La amabilidad nos abrirá más puertas que el juicio implacable; recordemos que se nos ha encargado la tarea de la reconciliación (cf. 2 Corintios 5:18 - RVR60).
C. Compartimos siendo auténticos (2 Corintios 1:12 - NTV).
La satisfacción de Pablo y sus colaboradores se basa en el testimonio de su conciencia, que les dice que se han comportado con integridad y sinceridad, guiados por la gracia de Dios. Habla desde tu experiencia personal, sin tratar de impresionar a otros. La sinceridad es clave para conectar con las personas. Así también la iglesia compartía su testimonio y el Señor añadía a los que habían de ser salvos (cf. Hechos 2.47 - RVR60).
Conclusión: En tu boca tienes potencial, pero cuando lo compartes tiene poder para cambiar a la gente. De manera amigable y respetuosa, podemos preguntarle a la otra persona si quisiera encontrarse con Dios. Si tiene dudas o inquietudes, podemos ofrecer nuestra ayuda, aunque no tengamos todas las respuestas. Pero no deberíamos dejar las cosas a mitad de camino.
Acción: (1) Estaremos atentos y aprovecharemos la oportunidad que Dios nos ponga para hablar de Él a alguien durante el día. (2) Volveremos a invitarlos a compartir un tiempo para contarles nuestra historia entrelazada con la de Dios. (3) Si ya hemos compartido con los cinco amigos de nuestra lista, llevaremos la buena noticia a alguien más.
Oración: (1) Pedimos perdón por haber cerrado nuestros labios durante tanto tiempo y en tantas oportunidades. (2) Oramos por los corazones de nuestros cinco amigos que aún no se han decidido por Dios. (3) Oramos para que nuestra acción evangelística sea algo natural y permanente en nosotros, que no dependa de un plan, campaña o actividad.
8 Diciembre 2025
Encomendar / Consagrar
“Pues la voluntad de Dios fue que el sacrificio del cuerpo de Jesucristo nos hiciera santos, una vez y para siempre” (Hebreos 10:10 -NTV).
Introducción: Recordemos la misión: cinco personas que no conocen al Señor. Durante estos cuarenta días estamos desarrollando nuevos hábitos. Esta sexta semana, luego de cinco semanas en las que hemos orado y trabajado, nos vamos a encomendar delante de Dios en cinco esferas distintas, para que todo lo que vivimos no se limite a un tiempo pasado. Para ello, asumiremos nuevos compromisos donde será prioritario consagrarnos. La consagración no es solo un evento, sino un proceso continuo de entrega a Dios y a su voluntad.
I. Consagrar nuestra vida y familia (Salmos 139; Josué 24:15 - NVI).
Implica que cada miembro se dedique a Dios de manera individual, buscando crecer espiritualmente.
A. Proceso continuo de revisión (Proverbio 4:23 - RVR60).
Que revise nuestro corazón. Nadie más podría hacerlo. Ni las personas que más nos conocen, ni nosotros mismos tenemos la capacidad de determinar el verdadero estado de nuestro interior. El proverbio enfatiza la importancia de proteger el corazón, ya que de él surgen las decisiones y acciones que determinan la vida de una persona.
B. Proceso continuo de guía (Salmos 25:4,5 - RVR60).
Podemos ser inteligentes e intuitivos, podemos estar rodeados de gente sabia y prudente que nos aconseje, podemos tener recursos de todo tipo al alcance de la mano, pero nada ni nadie reemplazará la guía y la dirección que necesitamos recibir de parte de Dios (cf. Proverbios 3:5,6; Salmos 119:105; Romanos 8:14 – RVR60).
C. Proceso continuo de redireccionamiento (1 Crónicas 17:26.27 - RVR60).
El anhelo del Señor es bendecir cada hogar como lo hizo con el de David. Debemos ser siempre una influencia positiva para el resto de nuestra familia desde el lugar que nos toque ocupar. Las principales muestras del poder y la fidelidad de Dios se tienen que ver en nuestra propia casa.
II. Consagrar nuestra iglesia local y nacional (Hechos 2:46,47 - NVI).
Lucas, en este texto de Hechos, describe la vida de los primeros cristianos en Jerusalén; dicho de otra manera, pinta un retrato de una iglesia vibrante y unida, donde la adoración, la comunión y el crecimiento espiritual van de la mano. Hoy, con otra realidad, tenemos que buscar esa forma.
A. Proceso continuo de renovación (1 Tesalonicenses 1:7 - RVR60).
El texto destaca cómo esta iglesia vino a ser ejemplo para otros. La gente tiene que percibir que en nuestras iglesias hay un gozo especial por todo lo que Dios hizo y hace en nosotros, y tiene que notar la generosidad en todos los sentidos. Tenemos que ser comunidades de fe, de esperanza y de paz, donde las personas vengan porque serán cálidamente recibidas y sus necesidades serán tenidas en cuenta.
B. Proceso continuo de crecimiento (Hechos 8:4 - RVR60).
Si la iglesia sigue este plan, no hay dudas de que muchos habrán sido tocados para alcanzar otros corazones. Este despertar por nuestros amigos y compañeros no debe finalizar en el día cuarenta. Cada creyente tiene que sentirse en constante misión, todos los días y en todo lugar. El propósito central del mensaje de Jesús fue alcanzar a los perdidos, y así lo hizo posteriormente la iglesia (cf. Marcos 1:17; Lucas 19:10; Hechos 2:37,38, 5:42).
C. Proceso continuo de unidad (Juan 17:21-23 - NVI).
Esto es lo que Jesús pide por nosotros y por extensión a toda la iglesia: la unidad (ver Romanos 12:4,5; Efesios 4:3-6 - RVR60). Una unidad que resulta en bendiciones de todo tipo, pero que no se concibe como un fin en sí mismo, ya que a su vez termina siendo un medio para el gran objetivo: que la gente que hoy no lo conoce pueda creer. Esto termina siendo esencial para el testimonio cristiano y la eficacia de su misión.
III. Consagrar nuestra nación (1 Timoteo 2:2 - NVI).
Vemos la necesidad de que la nación reconozca a Dios, se aparte de la maldad y se dedique a servirle. Que sea una nación bienaventurada porque tiene a Dios como Señor (cf. Salmos 33:12 – RVR60).
A. Proceso continuo para bendecir a nuestro país (Jeremías 29:7 - NVI).
El texto nos guía a buscar el bienestar de la ciudad donde estamos y a orar por ella, porque de su prosperidad dependerá nuestra propia prosperidad. Al pensar en el amor ilimitado e incondicional de nuestro Padre, que no deja a nadie afuera, y al mirar a nuestra querida Argentina, encomendamos nuestra nación en las manos más poderosas.
B. Proceso continuo de oración por todos (1 Timoteo 2:1 - RVR60).
Este pasaje enfatiza la necesidad de orar por todas las personas, incluyendo a los gobernantes y autoridades, para que se pueda vivir en paz y tranquilidad. La gente necesita encontrarse con Dios para cambiar su corazón, sus valores y su vida. Por eso, oramos por todos los habitantes de nuestro país, para que todos lleguen al conocimiento del Señor.
C. Proceso continuo de cambio real (Jonás 3:6-10 - RVR60).
Anhelamos profundamente un cambio real, una verdadera conversión de las personas que se refleje poco a poco en las calles, los lugares de trabajo, las escuelas, los medios de comunicación, la política y el arte. La historia de Jonás y Nínive nos recuerda que Dios llama a todas las naciones al arrepentimiento y a volverse a Él, sin importar su origen ni su pasado.
Conclusión: Hagamos de estas cinco acciones un hábito hermoso y fructífero. Esto transformará nuestras vidas, impactará a nuestras familias, nos enfocará en la misión, traerá crecimiento a nuestras congregaciones y alcanzará a toda nuestra nación, Argentina.
Acción: (1) Buscaremos un momento en el día para conversar, como familia, sobre la decisión de usar lo que tenemos para alcanzar otros corazones. (2) Si es posible, le preguntaremos a nuestro pastor por qué motivos específicos podemos orar hoy por nuestra iglesia. (3) Para que todo lo vivido en este tiempo no quede solo como una experiencia pasajera, hoy vamos a anotar pasos concretos que daremos a partir de ahora para continuar con nuestra misión de alcanzar personas.
Oración: (1) Hoy pedimos que nuestra familia sea ganadora de almas; que cada integrante pueda bendecir a sus amigos y que nuestro hogar esté siempre abierto y dispuesto para recibirlos. (2). Oramos para que nuestra congregación sea una iglesia comprometida y activa en la tarea de ganar personas para Cristo. (3) Pedimos por nuestro amado país, para que Dios lo bendiga y lo haga prosperar en todos los aspectos.
LUNES 15 diciembre
Mi primer ministerio
“Después subió al monte y llamó a sí a los que él quiso, y vinieron a él. 14Designó entonces a doce para que estuvieran con él,..”. Marcos 3:13-14a
Introducción: Me gustaría que piense cuál es el primer ministerio para usted. Lo primero que le vino a la mente: la familia, los que participan de su Célula, el área ministerial que desarrolla (alabanza, intercesión, predicación, evangelización, enseñanza, etc...). Veamos qué nos dice el texto sagrado sobre este tema.
1. Somos llamados (1 Pedro 2:10 - RVR60).
El texto de Marcos dice “a los que Él quiso”, esto muestra la soberanía del Señor para decidir llamar a quién Él quiera. Significa que Él tiene el control supremo sobre toda la creación y que establece Su voluntad (cf. Salmos 103:19; Proverbios 16:33; Isaías 46:9,10). Él lo llama a usted, para que ejerza el primer ministerio.
A. El honor de ser elegido (1 Tesalonicenses 1:4 - NTV).
El honor de ser elegido por Dios significa ser escogido por Él desde antes de la fundación del mundo, por Su gracia y amor incondicional, con el propósito inicial de santificarnos, esto es conformarnos a la imagen de Cristo y para darle la gloria a Él (cf. Efesios 1:4, 5).
Cuando se pone en valor esta verdad, usted y yo nos hallamos parados sobre la profunda realidad de haber sido mirados por el Dios Santo, a pesar de nuestras rebeliones, pecados, malos hábitos. ¡Somos privilegiados!
B. El honor de estar con Él (Salmos 73: 23-26 - RVR60).
El honor de estar con el Señor se encuentra reflejado en pasajes bíblicos que expresan el deseo de vivir en su presencia (cf. Salmos 27:4-7 - NTV). Este mismo deseo debe estar en usted cada minuto de su vida.
Cuando escogemos tiempos y momentos en nuestras vidas para dedicarlos a alguna actividad especial, lo hacemos por deleite, gusto, placer. Tantas veces esas elecciones son para asuntos vanos. Que podamos comprender en nuestro espíritu esta aseveración: es una honra apartar, dedicar y compartir un momento con el Creador del Universo. ¡Somos privilegiados!
C. El honor de ser guiado (Salmos 16:7-9 - NVI).
La guía divina trae seguridad, paz y fundamentalmente propósito para los creyentes. Este Salmo describe cómo el Señor orienta los pasos del creyente y les brinda alegría (cf. Salmos 73:23-25 - NVI). Mientras que Pablo afirma que ser guiados por el Espíritu de Dios es señal de ser hijos de Dios (cf. Romanos 8:14 - RVR60).
Como hijos de Dios, tenemos una guía, una dirección, el Señor no nos ha dejado a la deriva ni abandonados a nuestra suerte. Porque somos hijos, Él es nuestra guía.
2. Somos llamados a ser sacerdotes santos (Hebreos 13:15 - RVR60).
Es interesante que Dios le diga “a todo el pueblo de Israel” cuál era el motivo que tenía para liberarlos de la esclavitud. Ellos llegarían a ser un pueblo santo, una nación de sacerdotes y cualquiera podía acercarse a Dios libremente (Éxodo 19:4-6 - LBLA). Tal como ellos, también toda la iglesia tiene este llamado al sacerdocio santo, se suele entender como el “sacerdocio de todos los creyentes”.
A. El honor de ser santos como Él (Levítico 11:44, 45).
Para que el pueblo de Israel pudiera mantener una alianza con el Dios Santo, los exhortó de esta manera: “Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios” (cf. Levítico 19:2; 20:7, 26). Algunos atributos del Señor los comparte con Su pueblo, uno de ellos es la santidad, esto significa entender la necesidad y urgencia de abandonar el pecado. ¿Qué pecados debemos dejar y abandonar para poder andar en santidad y ser como Él? (pecados en la moral, en el carácter, en la mente, etc.).
B. El honor de tener una nueva posición (Apocalipsis 1:5, 6 - RVR60).
En el Antiguo Testamento todos los sacerdotes tenían que ser ungidos como símbolo de su dedicación a Dios; el ungimiento simbolizaba un cambio de status, este hombre ahora sacerdote estaba dedicado para al Señor, como santo para Él (cf. Éxodo 30:30 - RVR60). En el Nuevo Pacto el creyente al ser hecho sacerdote de Dios, tiene el deber de entender este lugar de privilegio y responsabilidad.
Ya no somos esclavos, el Señor nos ha proporcionado un lugar dentro de una familia real (somos hijos del Rey) y eso no solo es una honra, conlleva la capacidad de responder a esta nueva posición, a vivir de una manera diferente para hacerle honor a esa posición honorable. ¿Cómo está viviendo?
C. El honor de ser sacerdotes santos en este tiempo (1 Pedro 2:5 - RVR60).
Isaías profetiza lo que en el futuro será una nación de sacerdotes al servicio de Dios (cf. Isaías 61:6 - RVR60). Pertenecer a un pueblo consagrado para estar en la presencia del Señor, manifestar Su presencia y ser un medio de Su bendición para el mundo.
Ser parte de este pueblo implica la acción de dar a otros lo que recibimos de Dios, ser bendición y bendecir a aquellos que están a nuestro alrededor: cónyuge, hijos, compañeros, amigos de la universidad, vecinos, etc...
3. Somos llamados a ser sacerdotes reales (Hebreos 13:16 – RVR60).
Ser un sacerdote implica una gran dignidad y honor, no por méritos propios, sino por la gracia de Dios que nos adopta como sus hijos. Iniciemos con la expresión “sacerdocio real”, porque tiene su eco en el Pentateuco: “vosotros me seréis un reino de sacerdotes” (cf. Éxodo 19:6 - RVR60). Además, es una idea que reaparece en el último libro de la Biblia (cf. Apocalipsis 5:10 - RVR60).
A. El honor de entrar a Su presencia (Hebreos 10:19-22 - RVR60).
Entrar a la presencia de Dios es un honor inmerecido, un regalo de la gracia que nos invita a la intimidad con el Creador del universo. Esto revela a los cristianos que cada uno debe tener una relación personal e inmediata con Dios (cf. Hebreos 4:16 – RVR60).
“Dios no tiene nietos”, hemos escuchado esta frase muchas veces. Implica la seria verdad que la relación y comunión con el Señor, involucra una decisión personal. ¡Usted y yo de manera individual debemos escoger ir a Su presencia y relacionarnos con Él!
B. El honor de alabarle y adorarle (Salmos 150 - RVR60).
El honor de alabar a Dios no reside en la cualidad estética de nuestro canto o la elocuencia de nuestras palabras, sino en la actitud de nuestro corazón y la centralidad de Dios en nuestra vida (Juan 4:23, 24 - RVR60). En el Antiguo Pacto, la función primordial del sacerdote era ofrecer sacrificios en el altar. Después de Cristo, alabar y adorar a Dios desde la perspectiva de nuestro sacerdocio real, es que nuestra alabanza es un acto sacerdotal, una ofrenda sagrada que se presenta directamente a Dios.
¿Cuánto tiempo toma para alabar y adorar al Rey de reyes y Señor de señores considerando lo honroso que es presentarse delante de Él? ¿Está consciente que cuando decide entrar a Su presencia lo hace delante del gran Dios? Que podamos tener en nuestra mente y corazón cada vez que adoremos “a quién estamos adorando”.
C. El honor de tener comunión con él (1 Juan 1:3 - LABLA).
La comunión (koinonia) con Dios es la culminación de la vida redimida, un privilegio que eleva nuestra relación de un mero deber, a un vínculo de amor. El término koinonia en el Nuevo Testamento se usa para describir nuestra comunión con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo (1 Juan 1:3; 2 Corintios 13:14).
Se tiene koinonia con quien se ha formalizado una relación, en donde prima el amor, la exclusividad y el compromiso. Es un verdadero privilegio separar tiempos para fortalecer el vínculo de amor con el Señor. ¡Dios le está esperando!
Conclusión: Lo primordial, lo más importante, lo que debe tener el lugar de preeminencia es nuestra íntima relación con el Señor. Si es necesario haga un cambio en su lista de prioridades. Estar con el Señor es lo primero.
Acción: Aumentar su tiempo de oración a partir de esta semana.
Oración: Gracias por Tu elección, límpiame de mis pecados y enséñame a ser un sacerdote santo y real.
LUNES 22 de diciembre
Emanuel
“Muy bien, el Señor mismo les dará la señal. ¡Miren! ¡La virgen* concebirá un niño! Dará a luz un hijo y lo llamarán Emanuel (que significa “Dios está con nosotros”)” (Isaías 7:14 - NTV).
Introducción: Emanuel (עִמָּנוּאֵל hb.), Dios con nosotros. Al darle el título de Emanuel, el profeta Isaías le mostró al pueblo de Israel que el Verbo se haría carne, habitaría con nosotros y brillaría entre los hombres (Juan 1:1 - RVR60).
1. Emanuel anunciado (Isaías 7:14 - RVR60).
En el Antiguo Testamento, se muestra de forma muy clara y contundente la intención de Dios de habitar con su pueblo de una manera íntima y personal. El nombre se encuentra primero en Isaías e indica “deidad” (Dios) y “encarnación” (con nosotros) (cf. Isaías 8:8, 10 - RVR60).
A. La dimensión del deseo (Isaías 7:14 - NTV).
Desde su caminar con Adán y Eva en el Edén (Génesis 3:8), Su presencia en la columna de fuego y nube que guiaba a Israel por el desierto (Éxodo 13:21-22), Su morada en el tabernáculo y más tarde en el templo (Éxodo 25:8), la presencia de Dios era central para su pueblo. La profecía de Emanuel, por lo tanto, no era un concepto nuevo, sino la culminación de este anhelo divino, la promesa de una presencia que sería aún más personal y permanente.
B. La dimensión de la promesa (Isaías 11:1-9 - RVR60).
Los textos bíblicos llamados mesiánicos se centran principalmente en los Salmos y en Isaías (cf. Salmos 16, 22, 110; Isaías 9:6, 7, 53: 7; leer también Miqueas 5:2; Malaquías 9:9; Zacarías 3:1). Particularmente esta promesa reafirma la fidelidad de Dios al pacto con Su pueblo y es una declaración confirmando la voluntad del Señor de estar cerca de Su pueblo. Hay un deseo en el corazón del Padre: ¡estar cerca de sus hijos! ¡Nosotros somos sus hijos amados!
C. La dimensión mesiánica (Isaías 9:6 - LBLA).
Si bien la profecía tuvo una aplicación inmediata, su pleno significado apuntaba al futuro. Esto eleva el significado de Emanuel de un simple nombre a una declaración de la divinidad de quien nacería. Siempre que al Señor se le da el nombre de «Jesucristo», se le está llamando “Jesús, el Mesías” (cf. Mateo 16:21 - RVR60). El Mesías estaría cerca de Su pueblo. ¡Usted es pueblo suyo y Jesús está próximo a su vida, familia, hijos!
2. Emanuel encarnado (Juan 1:14 – RVR60).
La profecía no solo prometió la presencia de Dios, sino la encarnación de Dios mismo en una persona. El autor del primer evangelio, Mateo, bajo la inspiración divina, direcciona la profecía de Isaías a Jesús, resaltando que las circunstancias del nacimiento apuntan de manera inequívoca a Jesucristo (cf. Mateo 1:22, 23 - RVR60).
A. La dimensión del nacimiento (Lucas 2:11 - RVR60).
El ángel le dice a José que el niño que María llevaba en su vientre es el cumplimiento de la profecía, es “Dios con nosotros”, Emanuel (cf. Mateo 1:20ss - RVR60). Mostrando que Él era Dios y vino a ser hombre. Otra vez un ángel y más ángeles hacían los anuncios del nacimiento a pastores y le daban la gloria (cf. Lucas 2:8-14 - RVR60).
B. La dimensión de su vida y ministerio (Lucas 5:1 - RVR60).
Su vida como hombre fue el cumplimiento de la decisión divina de habitar con la humanidad. Su público ministerio es la demostración perfecta de “Dios con nosotros”, en los milagros, las sanidades, la enseñanza y su amor por los necesitados. La gente experimentó el poder y la presencia de Dios de una manera que nunca antes había sido posible (cf. Mateo 8: 26, 27 - LBLA).
C. La dimensión de la crucifixión y resurrección (1 Corintios 1:18 - RVR60).
El clímax del concepto de Emanuel se ve en la cruz. Dios no solo vino a estar con nosotros, sino que se identificó con nuestro pecado y sufrimiento. La muerte de Cristo en la cruz es el acto supremo de la presencia de Dios en medio de los seres humanos, un acto que rompió el muro de separación entre un Dios santo y una humanidad pecadora. La resurrección, por su parte, demostró que la presencia de Dios era más poderosa que el pecado y la muerte misma, ofreciendo la victoria final y la promesa de vida eterna (cf. Hechos 2:22-24 - RVR60).
3. Emanuel hoy con nosotros (Juan 21:14 - NVI).
La presencia de Emanuel no es un simple evento histórico, sino una realidad que se extiende hasta el presente y que impulsa a la Iglesia. La promesa de la presencia de Dios se manifiesta hoy de manera espiritual y se completará en la eternidad (cf. Mateo 28:20 – RVR60). En diferentes versiones de la Biblia el término que se utiliza en este versículo tiene que ver con la certeza y la seguridad de la realidad de Su presencia a su lado: siempre. ¡No tema ni se amedrente en su diario vivir, Él está!
A. La dimensión de la presencia manifiesta (cf. Gálatas 2:20 - RVR60).
La venida de Jesús como Emanuel significa que no estamos solos en nuestros problemas, ya que Dios camina con nosotros en medio del dolor y las pruebas, brindando consuelo, fortaleza y dirección. Dicho de otra manera, nada nos separa de la presencia de Jesús, el Dios con nosotros (cf. Romanos 8:38, 39 - RVR60).
B. La dimensión del Espíritu (Juan 14:6 - RVR60).
El apóstol Pablo explica que la Iglesia (la comunidad de creyentes) es el templo de Dios, un lugar donde el Espíritu Santo habita (cf. 1 Corintios 3:16, 17 - RVR60). La presencia de Jesús, que antes se manifestaba físicamente, ahora se experimenta a través del Espíritu Santo, quien mora en cada creyente individualmente. Es por medio de Su Espíritu, que usted puede palpar y disfrutar de Su presencia cada vez que le busca.
C. La dimensión eterna (Apocalipsis 21: 3 – LBLA).
En el cielo nuevo y la tierra nueva, no habrá más necesidad de templos o de mediación, porque la presencia de Dios será plena y perfecta (cf. Apocalipsis 22:3-5 - LBLA). Esta es la esperanza del creyente: la certeza de vivir en la presencia eterna y completa de nuestro Emanuel.
Conclusión: “Dios con nosotros” es una verdad central que recorre toda la Biblia. Se inicia como una promesa profética, se cumple en el Verbo hecho carne, continúa hoy a través del Espíritu Santo que habita en los creyentes y se manifestará plenamente en el futuro, cuando Dios mismo habite para siempre con su pueblo, haciendo de esta promesa una realidad eterna.
Acción: Prepárese para anunciar a Emanuel a los que participen de la reunión familia o de amigos para la celebración de la Navidad.
Oración: Tener una vida y una familia en comunión con Emanuel.
LUNES 29 de diciembre
Practicar la Presencia del Señor
“28Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;” (Mateo 11:28, 29 - RVR60).
Introducción: ¿Cuantos están terminando este año agotados, cansados, sin fuerzas? ¿Necesita unas vacaciones? Encuéntrelas en el Señor. Dios desea subirlo a un nuevo nivel de intimidad, que seas un adorador que le adora en espíritu y verdad. ¿Qué pasa cuando Él está?
1. Viene tiempo de descanso (Éxodo 33:14 – RVR60).
El Texto Sagrado refiere a los principios de descanso necesarios y de la sana administración del tiempo. Se puede observar la ordenanza del Antiguo Testamento (cf. Levítico 23:3 – RVR60). El descanso en el Nuevo Testamento es principalmente el descanso espiritual en Dios que se obtiene a través de la comunión con Jesús.
A. El Señor: da la heredad, pero… (Éxodo 33:1, 2 - RVR60).
Aquí hay una difícil situación, Dios les daría la tierra, pero no iría con ellos (cf. Éxodo 33:3 - RVR60), esta era realmente una mala noticia y el pueblo lo entendió así. Es un desafío muy común en este tiempo. ¿Qué preferimos: las bendiciones o la presencia?
Muchas veces, en esta elección, algunos suelen elegir las bendiciones; pero lo que dará la plenitud, el refrigerio, el descanso es: Su presencia.
B. El hombre: prefirió la Presencia (Éxodo 33:13-23 - RVR60).
Moisés pidió que no lo deje solo (cf. Éxodo 33.15 – RVR60), Moisés pide al Señor que le muestre Su camino y Su gloria para que el pueblo de Israel y él puedan conocerlo mejor y distinguir su favor (vs. 13). Este modus operandi de Moisés tiene que ser también el suyo cada día, preferir siempre Su presencia a cualquier otra cosa. ¿Qué otras cuestiones se anteponen en sus prioridades? (trabajo, actividades, dinero, placeres).
2. Viene la guía divina (Isaías 30:21 - NTV).
Debe entenderse que Dios desea que cada persona alinee sus vidas con Su propósito y Su voluntad (cf. Proverbios 3:5, 6 - NTV). Para tener la guía divina hay que estar en Su presencia, algunas personas viven en una dualidad porque quieren tener la guía de Dios y están lejos de Él. Para tener la dirección del Señor la premisa es clara: usted debe permanecer cerca de Dios cada día.
A. El Señor: se manifiesta (Éxodo 3:1-3 - RVR60).
La zarza en llamas sin consumirse llama la atención de Moisés, quien se acerca para observar mejor. Entonces, Dios se revela, le dice que no se acerque más, le ordena quitarse las sandalias por estar pisando tierra santa, y se identifica como “el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”. La guía era específica: te enviaré a Faraón (vs.10), yo estaré contigo (vs. 12), te doy mi nombre (v. 14), este es mi plan (vs. 15 al 22). También lo hace con Josué (Josué 5:13-15 - RVR60) y con Eliseo (2 Reyes 3: 14-18 - RVR60). En los tres casos se manifiesta y les da instrucciones. También lo quiere hacer con usted cada día. Dios quiere guiarle y direccionarle hacia Su plan y voluntad.
B. El hombre: recibe instrucciones (Éxodo 3:4-6 - RVR60).
Resaltemos a estos tres hombres porque todos obedecen a la voz del Señor: Con Moisés el pueblo creyó (Éxodo 4: 31). Con Josué había algunas instrucciones más en el capítulo 5: no hablar (vs. 10), no tocar nada (v. 18), perdonar a Rahab (vs. 17), prender fuego a la ciudad, etc. por obedecer su fama se divulgó por toda la tierra (Josué 6:27 - RVR60). Y con Eliseo Dios se manifiesta durante la alabanza, él recibe las instrucciones de lo que debía hacer (2 Reyes 3:16-18 - LBLA) y al cumplirlas todo el pueblo ve la victoria.
3. Viene el favor divino (1 Reyes 3:1-9 -RVR60).
El favor divino es la bondad inmerecida de Dios que se manifiesta como protección, guía y bendiciones, no se gana, es un regalo que se recibe al tener una relación íntima con Él. Numerosos textos en la Biblia describen este favor, cómo encontrarlo y recibirlo (leer Números 6:24-26, Salmos 5:12 y Proverbios 3:4).
El favor de Dios se evidencia y es una realidad sobre aquellos que se animan a tomar ese regalo. Una vida llena del favor de Dios es la muestra de una vida de comunión íntima con el Señor.
A. El Señor: principio de cielos abiertos (Hechos 10: 4-6 - LBLA).
El “principio de cielos abiertos” se refiere a la manifestación de la presencia y el poder de Dios en la Tierra (Juan 1:51 - RVR60). Describe el libre fluir de la provisión sobrenatural de Dios, Su protección, guía y bendiciones en todas las áreas de la vida (cf. Deuteronomio 28:11, Malaquías 3:10 - NVI).
Cuando los cielos están abiertos, no hay restricciones ni limitaciones; la manifestación de Su presencia se derrama en abundancia y sin medida. ¿En qué áreas está necesitando ver “cielos abiertos”? (matrimonio, hijos, familia, ministerio, profesión).
B. El hombre: nunca con las manos vacías (Éxodo 34:20b - RVR95).
Al presentarse ante Dios con una ofrenda, los israelitas demostraban su compromiso y obediencia a los mandatos divinos. Implicaba reconocer que todo lo que tenían provenía de Dios y que debían devolver una parte de ello como adoración y honra (cf. Deuteronomio 16:16-17 - RVR60). Siempre recordar que el Señor establece el principio espiritual de dar para recibir. Somos parte de una Iglesia en la que siempre se nos ha enseñado este mecanismo espiritual de “dar para recibir”. Que pueda hacer este ejercicio espiritual reconociendo de quién viene cada bendición de la que disfruta.
4. Viene Su presencia (Josué 3:10-13 - RVR60).
A diferencia de Su omnipresencia, que es el hecho de que Dios está en todas partes, estar o tener la “presencia de Dios” se refiere a una relación más íntima y personal con el Señor, una experiencia que se busca y anhela (cf. Salmos 84:10 - RVR60).
Quien se determine y escoja buscar la presencia de Dios, la hallará. ¡Este es un tiempo maravilloso para desear con todas las fuerzas, Su maravillosa presencia! Su presencia en su familia, entorno, amigos, discípulos, marcará la diferencia.
A. El Señor: nos acompañará (Josué 1:5 - RVR60).
Es una promesa de que Dios nunca abandonará a Su pueblo, esto se ve a lo largo de la historia en el Antiguo y Nuevo Testamento (cf. Deuteronomio 31:6; Mateo 28:20). Muestra que Dios desea una comunión cercana y profunda con su pueblo, más allá de solo pedir y recibir bendiciones. Que el deseo del corazón y la decisión de su espíritu sea satisfacer el corazón de Dios buscando Su rostro, antes que Sus bendiciones o regalos; ¡estos vendrán por añadidura!
B. El hombre: lleva Su Presencia (Génesis 39: 3 - RVR60).
Usted debe ser un portador de Su presencia. La presencia de Dios con José le otorgaba éxito y bendición en todas sus tareas. Aun en las pruebas y dificultades, como su venta como esclavo o su injusto encarcelamiento. La presencia del Señor seguía con él, permitiéndole encontrar favor y prosperar sin importar las condiciones a su alrededor (cf. Génesis 39:3, 20,21,23). Así quiere estar con usted siempre. No tema ante las dificultades o cimbronazos de la vida: ¡Él sigue en control y al mando! ¡Nada lo toma por sorpresa y actuará en el tiempo oportuno!
Conclusión: Tener una vida dependiente de la presencia de Señor, no solo como una intención o por saber lo que es correcto; sino en la práctica. Que en su vida se haga manifiesta Su presencia.
Acción: Compartir qué recibió al estar en la presencia del Señor.
Oración: Sencillamente “Señor, quiero cultivar Tu presencia todos los días de mi vida”.







