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EL SEÑOR ES DIOS DE ARGENTINA

En tiempos de decisión que marcan un nuevo rumbo para nuestro país, es momento de buscar la guía de Dios, de creer en Sus promesas, sin olvidar que Él está en control y que tiene grandes planes de bienestar para la  Argentina. Es hora de estar seguros de quién es nuestro Dios.

 
En Isaías 45 leemos que Dios escogió y ungió a Ciro, a quien tomó de su mano derecha para llevar a cabo Sus planes en bien de Israel y de las demás naciones. Dios lo usaría para reconstruir la ciudad y dejar en libertad a los cautivos y, Él, que sabe el fin desde el principio, dice: “Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero” (Isaías 46:9,10). 

Calculo que, ante estas palabras divinas, el pueblo recordó todo lo que había pasado cuando estuvieron esclavos 
 
por cuatrocientos años, cómo Dios los sacó de ahí con mano poderosa, cómo los acompañaba la nube de la gloria y la columna de fuego, cómo el Señor les proveía el maná a más de dos millones de personas todos los días (a excepción del día de descanso) y todas las grandes cosas que Él había hecho. 

Aún en Argentina, Dios ha hecho maravillas; tengámoslo presente: la mano del Señor está sobre nuestro país. El plan de Dios permanecerá. La solución no la tiene ningún político, ¡el Señor la tiene! Él es el Todopoderoso, quien todo lo sabe y todo lo puede. ¡Busquemos al Señor! Busquémoslo de todo corazón para que guíe a Su pueblo, para que tenga libertad de acción y pueda operar la transformación por la cual tanto estamos orando.

 

INFLEXIÓN

Me quiero referir a una época cuando el pueblo de Dios se había apartado de Él, adoraban a otros dioses y a otras imágenes, y se produce un tiempo de inflexión (1 Reyes 18). Elías se le aparece al rey impío que estaba gobernando: el rey Acab, quien le daba de comer a 450 profetas de Baal y a 400 profetas de Asera; o sea, 850 estaban en la nómina del rey y comían en el palacio.
La esposa del rey era Jezabel, conocida por perseguir a los profetas de Dios. Aunque el rey y el pueblo de Dios se habían alejado de Él, Elías se le aparece en el despacho real y declara: «¡Vive Jehová, Dios de Israel, en cuya presencia estoy…!» (1 Reyes 17:1). Aunque estaba en las cámaras de un rey impío reconocía Su presencia.
¿Estás en la presencia del Señor? Si estamos en la casa del Señor, uno podría decir: sí, acá estoy en Su presencia. Pero, en la vereda, o a diez cuadras, en el edificio donde vives o donde se vende droga, dondequiera que vayas, ¿va contigo la presencia del Señor? El profeta afirmó que servía al Dios vivo (1 Reyes 17:1b). Si entendemos la autoridad que el Señor nos dio, no vamos a dejar de orar, de limpiar la atmósfera espiritual con nuestros ruegos, de rechazar todo poder del mal y atar toda fuerza que venga en contra de Argentina.
 
No vamos a parar de orar, porque hay autoridad en nuestra boca. En tiempos de inflexión la única solución está en el Señor. Aunque el dólar supere lo imaginable y vaya a saber qué va a pasar mañana, Dios sigue estando en la plenitud de Su gobierno, mantiene la autoridad que siempre ha tenido; Su brazo sigue extendido y, como Sus embajadores, debemos estar seguros de quién nos respalda,  nos da investidura y pone palabras ungidas en nuestros labios. De lo contrario, estaremos yendo y viniendo entre lo que nos prometen y lo que nos propagandean, al no estar convencidos de qué es lo que Dios quiere, dejándonos llevar por todo viento de especulación y de doctrina. 
 
Este profeta dijo que no iba a llover, se fue a un arroyo donde los cuervos le daban de comer; luego, se secó el arroyo, entonces una viuda le dio de comer por tres años. Después, vuelve y cita al pueblo que por tres años y medio había sufrido por la falta de lluvias. Elías dice: juntemos al pueblo, a los profetas de Asera y a los de Baal (los 850) y veamos quién responde la oración de quién. Hay que tener coraje para enfrentarse así; uno contra tantos… “y el Dios que responda con fuego, ese va a ser Dios” (1 Reyes 18:24).

NO DUDES

Los profetas de Baal se rasgaban, lloraban y gritaban. (Yo ya ahí hubiese empezado a retirarme; no sea que estos que se están cortando y autoflagelando, en ese frenesí se la agarren con quien los desafió; pero Elías se queda y dijo al pueblo "—¿Hasta cuándo vacilaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; si Baal, (el ídolo al que todo el pueblo de Dios terminó adorando por causa del mal liderazgo que había en el país), id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra" (1 Reyes 18:21).

Ante la incertidumbre, la gente no sabe qué decir, ni cómo orar por las situaciones que vive. “Elías siguió hablándole al pueblo:—Sólo yo he quedado como profeta de Jehová, mientras que de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres” (vs 22). “Claudicar”, en el hebreo: brincar, saltar, estar por encima, vacilar; también significa cojera o danzar, como que no apoyas ningún pie en ningún lado, sino que estás un día acá y un día allá, un día en el mundo y un día en el Reino, un día con los pensamientos del Señor y al otro día, llevado por  filosofías humanas. 

¿Qué dice el profeta?, “Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra” (1 Reyes 18:21 RVR1960). ¿Hasta cuándo van a estar claudicando, vacilando, dudando o fluctuando entre dos pensamientos? Si Dios es Dios, hay que seguirlo, hay que tomar acción. De lo contrario, vayan en pos de Baal; y la gente no decía nada, no se comprometía. La Nueva Traducción Viviente dice así: “Elías se paró frente a ellos y dijo: «¿Hasta cuándo seguirán indecisos, titubeando entre dos opiniones? Si el Señor es Dios, ¡síganlo! Pero si Baal es el verdadero Dios, ¡entonces síganlo a él!». Sin embargo, la gente se mantenía en absoluto silencio. 

¡HABLA!

No es tiempo de callar, sino de proclamar las virtudes de Aquel que nos sacó de las tinieblas y nos llevó a Su luz admirable. Es tiempo de orar: venga Tu reino, hágase Tu voluntad con la autoridad que el cielo da. Es hora de cambiar la atmósfera de nuestras ciudades a fin de que sean llenas de la gloria del Señor (Habacuc 2:14).
 
El vocablo “titubear” es dudar, estar indeciso, no saber qué hacer, qué decisión tomar ante un asunto, y hasta significa hablar tartamudeando. Es hora de estar seguros en quién hemos creído y que Él tiene poder para salvar a la Argentina, oremos con autoridad en el nombre de Jesús entendiendo que el destino de nuestro país está en Sus manos. 
 
Proverbios 11:11 dice que “Por la bendición de los rectos la ciudad es engrandecida, pero por la boca de los malvados es trastornada”. Vamos a hablar grandeza, bendición, paz, tranquilidad y victoria del reino de Dios en Argentina para que sea engrandecida. Señor: proclamamos Tu nombre creyendo que tienes todo poder en el cielo, en la Tierra y aun debajo de ella. Te entronamos sobre nuestra nación por encima de los gobernantes y de toda autoridad en la esfera natural. Tú reinas desde las alturas y te coronamos como el Dios de Argentina. Nos comprometemos a seguirte, a tomarnos de Tu mano para que nos lleves al destino que tienes para nosotros. Gracias porque Tu favor se extiende sobre nuestro territorio.
 
Yo bendigo a Argentina en esta hora.  
 
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