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EDITORIAL
Comenzamos un año mirando y teniendo visión de futuro, enfocados en la importancia de dejar un legado,
una herencia a nuestros hijos naturales y espirituales. Muchas veces nos enfocamos en las riquezas de este mundo, y no está mal querer dejar a los hijos herencia, pero qué poderoso es dejar una herencia de bendición de lo Alto. Otros piensan solo en el hoy y en el ahora, sin considerar el gran impacto que tiene lo que hacemos o no hacemos, las decisiones que intencionalmente tomamos o si dejamos que el mundo, y hasta el diablo mismo, tome por nosotros, lo cual afectará a las futuras generaciones. Traigo a memoria lo que Pablo le dijo a su discípulo Timoteo en 2 Timoteo 1:4-5 “Me acuerdo de tu fe sincera, pues tú tienes la misma fe de la que primero estuvieron llenas tu abuela Loida y tu madre, Eunice, y sé que esa fe sigue firme en ti”.
Ese es el legado que estamos dejando, impactando a las futuras generaciones a vivir en fe y en conquista, cumpliendo con los propósitos de Dios.
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