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5 Aspectos del liderazgo

Veamos la Célula como algo hermoso. Por lo general, pretendemos liderar la Célula perfecta; sin embargo, ni Jesús tuvo discípulos perfectos. Esto en vez de frustrarnos, nos tiene que llevar a tener paciencia en la tarea que hacemos y a desarrollar fe en ese proceso de crecimiento que está sucediéndonos tanto en nosotros como en la gente, y a ver la gracia del Señor.

Veamos los problemas como oportunidades de progreso. Si los vemos como “problemas” nos desanimaremos, pero si los vemos como “oportunidades” de crecimiento, de avance y de conquista, prosperaremos. En Hechos 6 surgió una complicación en el ‘ministerio de alcance’ de la iglesia primitiva: las viudas de los griegos no eran atendidas como las de los judíos. Eso fue oportuno para ungir diáconos quienes llegaron a ser tremendos evangelistas.

 

No estemos a la defensiva si hay áreas en las que no nos está yen- do tan bien. Si un líder nos hace alguna observación y respondemos con enojo, con un silencio helado o con una actitud chispeante como si lo que nos dijera es una amenaza y buscamos protegernos, tenemos que saber que eso no es lo que se espera de nosotros. Tenemos que reaccionar de modo diferente, creyendo que no estamos siendo criticados sino corregidos, perfeccionados y direccionados.

Cuando nos critiquen y escuchemos quejas, no permitamos que eso nos robe el gozo del servicio. Cuánto hacemos, cuánto invertimos, cuántos asuntos personales descuidamos por atender los del Reino a fin de estar en el momento de dolor del uno y de angustia de otro, y nos “pagan” con quejas. Vayamos al Señor, analicemos la situación con madurez y busquemos la unción para dar soluciones. Moisés es un tremendo ejemplo de quien ante las quejas no se defendía, sino que acudía al Señor humillándose.

No abandonemos cuando las cosas se pongan difíciles. No nos demos por vencidos antes de tiempo. Seamos perseverantes. Dios está obran- do en todos los corazones y nos dará la victoria.

Imagino a Jesús viendo a Pedro con visión de futuro como un hombre transformado, seguro y ungido; aunque dudaba y decía cosas en la carne, el Señor debe haberlo visto en el día de Pentecostés predicando con convicción y bíblicamente, haciendo milagros e instruyendo a muchísimos discípulos. Tú tienes la misma unción de Jesús para cumplir tu ministerio.

 

Alejandra Cabrera

 

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